7:15 AM y un rayo de sol se escabulle a través de las cortinas de mi cuarto interrumpiendo mi dormir, dando aviso que es un nuevo día que no debía desaprovechar.
Como cada mañana, quise quedarme un tiempo tendida en la cama, reflexionando.
Hace un par de semanas atrás, nunca hubiese pensado que hoy en día me encontraría con un futuro totalmente cambiado a lo que imaginaba. Es como cuando uno comienza a hacer un castillo de arena a orillas del mar y llega una ola y se lo lleva todo. Y es ahí, donde comprendí que me encontraba cegada a mis convicciones, obviando todo peligro próximo. Voltee mi mirada para evitar seguir viendo el desastre de la ola, a lo lejos divisé un hermoso castillo de arena resguardada por una gran fortaleza el cual tenia mi nombre. Quede perpleja de lo grande y maravilloso que era. Quizás en un abrir y cerrar de ojos perdemos muchas cosas, pero a la vez, eso nos permite ver algo mejor de lo que ya teniamos. Y ese nuevo castillo, en el cual me encuentro ahora, fue trabajadas por unas manos celestiales. Es un refugio que sé que ninguna ola se la llevará por más grande y fuerte que sea. Y esa paz que siento hoy, me anima a comenzar mi mañana dando gracias a Dios, por que mis días no son iguales a los de ayer, sino más bien, son cada vez mejores.